1. Comés sushi sobre el cuerpo de una mujer desnuda: L’Averno
La milenaria modalidad japonesa llamada nyotaimori, es furor en ciudades como Los Angeles, Londres y Nueva York, y consiste en servir piezas de sushi sobre el cuerpo de una mujer desnuda. L’Averno (un clásico bizarro para despedidas de solteros) es el primer lugar de Buenos Aires en tener su propio Body Club: cenas para seis que salen $100 por persona. Para que las chicas no se sientan excluidas, también hay bandejas masculinas.
Av. Corrientes 1632, Centro / T. 4371-1278
2. Un restaurante que no tiene cocinero: Mido
En este restaurante coreano ubicado en el Bajo Flores, no tienen cocinero. Sobre cada mesa hay una parrilla con brasas y un extractor de humo con tuberías de aluminio que suben hasta el techo. Junto con diferentes platillos (desde ostras frescas, hasta el típico Kimshi, un repollo fermentado y picantón) el mozo trae un plato con langostinos, panceta y carne cruda y una tijera de metal para que cada uno los corte en trozos y los haga vuelta y vuelta en la parrilla. Atención amable. Precio fijo de 50 pesos por persona, sin bebidas. No esperes un ambiente fashion tipo Las Cañitas. Esto se parece más bien a una estación de ómnibus, pero es lo que menos importa.
Avenida Carabobo 1575, Bajo Flores / T. 4632-7111.
En este restaurante coreano ubicado en el Bajo Flores, no tienen cocinero. Sobre cada mesa hay una parrilla con brasas y un extractor de humo con tuberías de aluminio que suben hasta el techo. Junto con diferentes platillos (desde ostras frescas, hasta el típico Kimshi, un repollo fermentado y picantón) el mozo trae un plato con langostinos, panceta y carne cruda y una tijera de metal para que cada uno los corte en trozos y los haga vuelta y vuelta en la parrilla. Atención amable. Precio fijo de 50 pesos por persona, sin bebidas. No esperes un ambiente fashion tipo Las Cañitas. Esto se parece más bien a una estación de ómnibus, pero es lo que menos importa.
Avenida Carabobo 1575, Bajo Flores / T. 4632-7111.
3. Comés y te hacen masajes: TukTuk
Este restaurante de Belgrano tiene dos salones. Uno con mesas y sillas,y otro con camillas. Cuando llegás te ofrecen dos cartas: una de platos thai y otra de masajes también tailandeses. Lo ideal es comenzar con un masaje y luego seguir las recomendaciones de maridaje del terapeuta para que “el efecto del masaje dure más”. Por ejemplo, tomar un masaje herbal de plantas medicinales y complementarlo una hora después –en la mesa- con una Tom Ka Kai (sopa de leche de coco, pollo y champiñones).Tuk Tuk es el otro extremo del fast food.
Mendoza 1970, Belgrano / T. 4783-0887.
4. Un restaurante para intercambiar parejas: Escrúpulos
Sí, un restaurante diseñado y pensado para swingers. Acá nadie se va a escandalizar si mirás fijo al tipo o a la chica de la mesa de al lado. Todo lo contrario. Los platos no disimulan su razón de ser. Por ejemplo, a los ravioles neri de salmón en crema de eneldo y langostinos grillados se los llama “Cinco Negros en Tu Boca”, y a la tortilla de papas y verdeo con ensaladas de verdes, “La calidez de sus senos”. Un restaurante donde (salvo los platos) todo se comparte.
Anchorena 1121, Barrio Norte / T. 4961 8548.
5. No hay menú y el dueño te cobra lo que quiere: Guido’s Bar
Un clásico de la mejor comida casera italiana que apareció en las noticias hace un par de meses cuando se supo que era el lugar de encuentro del infiel gobernador de Carolina del Sur y su amante argentina. Funciona así: te sentás y empiezan a traerte lo que sale de la cocina. Si te gusta, bien. Si no, esperá al próximo plato. Al final te cobran usando un criterio que nunca queda totalmente claro y que, dicen, muchas veces depende de la cara de cliente. Si vas en traje, lleva dos de cien, por las dudas.
República de la India 2843, Palermo Botánico / T. 4802-2391
6. Un restaurante sin platos. De Olivas i Lustres
Sebastián Taricca, dueño de Olivas i Lustres, restaurante pionero del tapeo en Buenos Aires, un buen día se peleó con su proveedor de vajilla y no le quedó otra que improvisar: recurrió a su tío, vendedor de azulejos y baldosas, para que le proveyera algunos productos y así zafar la noche. La ocurrencia resultó tan exitosa que continúa hasta el día de hoy: sirve todos los platos sobre baldosones, azulejos, mayólicas, adoquines y hasta en tubos de ensayo.
Gorriti 3972 / T. 4867-3388
7. El más chiquito de Buenos Aires: Casa Calma
Es el restaurante más pequeño de la ciudad y tiene sólo cuatro mesas en un salón de 20 metros cuadrados . Situado en el hotel Casa Calma, el primer “wellness hotel” de Buenos Aires (es decir, un hotel “Eco friendly”), ofrece platos frescos y orgánicos con un jardín vertical a la vista. Previsiblemente , suele llenarse muy rápido.
Suipacha 1015 / T. 5199-2800
8. Te cocinan las madres; te atienden los alumnos: UGAB
¿Te acordás de las rifas que organizabas en quinto año para recaudar plata y así poder irte de viaje de egresados? Eso no es nada en comparación a lo que hacen los chicos del colegio Marie Manoogian, que no viajan a Bariloche, sino a Armenia. Para juntar fondos, empezaron a servir cenas los viernes a la noche en la sede de la UGAB (Unión General Armenia de Beneficencia). Sus madres y abuelas cocinan; ellos hacen de mozos. Hoy atienden también los sábados y es una opción más de las muchas de la zona para probar hummus, taboule y lechmeyun. También hay comida para llevar. Es algo ruidoso, pero se come de diez y a buen precio.
Armenia 1322, Palermo Soho / 4773-2820
9. No tiene salón, se come en la cocina: Sifones & Dragones
Una cocina con mesas. Así se define este pequeño restaurante en el que Mariana de Rosa (cocinera y dueña del lugar) cocina literalmente al lado tuyo y saca la comida que va directo a tu plato. Casi como comer en tu comedor diario, pero difícilmente en tu cocina prepares cosas tan ricas como las de acá: Empanadas thai de pollo y camarón, salmón marinado en menta, cilantro y jengibre, y risotto de trigo burgol son algunos de los platos que hay actualmente en la breve carta que varía cada 15 o 20 días.
Ciudad de la Paz 174 / T. 15 4413 9871
10. El precio lo pone el cliente: Pampa Picante
Es el más original de todos y el que debería haber encabezado el listado, pero lamentablemente la semana pasada cambió de modalidad. La picardía criolla pudo más. En el menú de este restaurante no había precios, sólo la descripción de los platos, pues a la hora de pagar la cuenta cada comensal decidía cuanto abonar por la comida consumida. Al principio los clientes eran razonables y pagaban lo justo. Pero luego la cosa se desmadró. Y ahora todos los platos tienen precio. “La nuestra es una apuesta por la confianza”, decían sus dueños. Apostaron mal.
Nicaragua 4610 / T. 4833 7251
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